"Perfeccionismo y ansiedad", de Míriam María Vázquez (estudiante de psicología en la Universidad Autónoma de Madrid)

 La pandemia ha dejado estragos en muchos ámbitos de la vida de las personas y ha sido el inicio de numerosos debates sociopolíticos, entre ellos, el de la sanidad. Una situación tan extrema, en la que vimos peligrar nuestra vida y la de nuestros seres queridos, puso sobre la mesa la necesidad luchar por una sanidad digna y accesible para todos, pero ¿y si los problemas psicológicos también entraran en la categoría de salud que hasta el momento se limitaba a problemas biofisiológicos? Según la Organización Mundial de la Salud, los problemas psicológicos afectan a una de cada ocho personas y, tras la pandemia, estas cifran han aumentado considerablemente por lo que este asunto, que hasta entonces había sido tratado como un tabú, se ha convertido en el tema estrella de los últimos meses; numerosos famosos han reivindicado sus problemas de salud mental, las redes sociales se han llenado de cuentas de profesionales que tratan de divulgar y parece que la gente comienza a normalizar ir al psicólogo. Esto, que podría parecer el ideal con el que los profesionales de la salud mental hemos soñado durante décadas es un arma de doble filo; la sobreexposición a esta información unida al esfuerzo para discernir entre los datos veraces de los que solo tratan de alcanzar un mayor número de visitas y likes agota los recursos e impide comprender el problema al que nuestra generación tiene que enfrentarse. Por ello, es de especial relevancia que se divulgue con verdadero rigor científico. 

Pero, ¿cómo sabemos que la información que le estamos proporcionando a nuestros followers cumple este criterio?, ¿cómo nos aseguramos de que tenemos la formación suficiente para aportar conocimiento a la sociedad? Pues bien, aquí entra lo que los psicólogos llamamos Síndrome del Impostor; un fenómeno psicológico por el que las personas consideran que no son los suficientemente hábiles para llevar a cabo una acción, en este caso, la divulgación científica. Es curioso observar como este síndrome, que no trastorno, suele ir de la mano del perfeccionismo. El perfeccionismo es un rasgo de la personalidad que si no es desadaptativo no supone riesgo para la persona. El problema surge cuando se establecen altos estándares, a veces incluso imposibles de lograr (“tengo que escribir el artículo perfecto”) y, a consecuencia, surge una sensación de incertidumbre por el desconocimiento de si se han alcanzado o no las exigencias autoimpuestas (“quizás mi artículo no aporta nada nuevo al conocimiento científico”) o una excesiva autocrítica si el resultado no es el esperado (“no valgo para divulgar”). Ambas son precedidas por las preocupaciones (“¿y si los demás consideran que está mal redactado el artículo?”): un mecanismo de afrontamiento para aliviar el malestar que generan la autocrítica y la sensación de incertidumbre y, a la vez, proporcionar una percepción ilusoria de control. 

Es común encontrar estas conductas, unidas a otras variables de riesgo, en personas con trastornos de ansiedad, especialmente en aquellas que presentan Fobia Social donde los estímulos aversivos están relacionados con una posible exposición a la valoración social. Pero ¿por qué el perfeccionismo desadaptativo agrava especialmente esta problemática? Pues según se ha evidenciado en diversos estudios, la presencia de preocupaciones perjudica gravemente las relaciones sociales. Esto tiene sentido, la persona perfeccionista desea alcanzar los estándares que se ha autoimpuesto, pero entonces aparecen las preocupaciones: “¿por qué debería enfrentarme a la posibilidad de no cumplir lo que deseo?”, “¿por qué debería utilizar recursos en algo que puede no salir bien?”, “¿por qué debería someterme a una posible crítica social?”. Todos estos pensamientos, si se mantienen en el tiempo y se sistematizan, pierden su valor funcional llegando incluso a influir en el bienestar psicológico; la persona deja de exponerse a las situaciones y la red social de esta disminuye lo cual resulta ser un predictor significativo de baja autoestima. 

Sin embargo, también existen factores de protección que podrían evitar que se desarrollen estos trastornos de ansiedad (u otros problemas psicológicos) en aquellas personas que presentan el rasgo de perfeccionismo desadaptativo, entre ellos, la resiliencia. Entonces, si estás planteándote la idea de divulgar conocimiento científico y tienes presente toda esta problemática (o simplemente quieres evitar que el perfeccionismo se acabe convirtiendo en un problema), te recomiendo lo siguiente: 

  • Busca oportunidades para el autodescubrimiento: date la oportunidad de divulgar por el mero placer de hacerlo, por la satisfacción que brinda el indagar sobre un tema que te es interesante. 
  • Mantén las cosas en perspectiva: divulgar es importante para contribuir al conocimiento científico y puede proporcionarte satisfacción el simple hecho de llevarlo a cabo. No ocurre nada si cometemos, en este intento, un pequeño error o si el artículo no llega a ser publicado en la revista más importante de divulgación científica. 
  • Avanza hacia tus metas: propón metas a corto y a largo plazo que sean asequibles y realistas según tus necesidades. Las metas muy exigentes solo favorecen la aparición de del perfeccionismo desadaptativo.



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